El paro cardíaco extrahospitalario es la principal causa de muerte en adultos en los países de occidente. El paro cardíaco extrahospitalario afecta a aproximadamente 400 000 personas en Europa cada año (2). Dada la heterogeneidad de los aspectos geográficos y logísticos, las particularidades de los pacientes, así como los informes médicos y de la comunidad, existen diferencias sustanciales entre países. En cualquier caso, la media de incidencia global es de 55 casos de paro cardíaco extrahospitaliario por presunta causa cardíaca por cada 100 000 al año (2).
La resucitación cardiopulmonar (RCP) es una maniobra de primeros auxilios que, si se usa a tiempo y de forma adecuada, puede salvar vidas en casos de paro cardíaco. La RPC en adultos implica la realización de dos maniobras específicas: masaje cardíaco (compresión del pecho) y ventilación artificial (respiración boca-boca o respiración boca-mascarilla –recomendada– ).
Durante los primeros minutos tras un paro cardíaco extrahospitalario, la implementación rápida de un número e acciones cruciales por parte de las personas del entorno, conocida como «cadena de supervivencia» puede incrementar la posibilidad de supervivencia de forma sustancial, independientemente de la causa subyacente (3). Las acciones que los llamados «socorristas» deben llevar a cabo incluyen: 1) rápida activación del servicio médico de emergencias llamando al número de teléfono específico; 2) iniciación inmediata de RCP; 3) aplicación y uso inmediatos de un desfibrilador automatizado externo (DAE) (4).
Un DAE es un dispositivo que analiza el ritmo cardíaco y evalúa si es desfibrilable, advierte al rescatista de si se requiere desfibrilación y suministra una descarga en caso necesario. Dos electrodos conectados con el dispositivo se colocan en el pecho del paciente. Un algoritmo en el interior del dispositivo analiza el ritmo cardíaco y determina si es o no necesario suministrar una descarga para salvar al paciente. De todos los casos de paro cardíaco extrahospitalario, alrededor de una cuarta parte (27 %) presentan un ritmo que puede tratarse con un desfibrilador externo (2).
La media de supervivencia tras un paro cardíaco extrahospitalario es baja, de alrededor de un 7 % (que oscila entre un 2 % y un 11 %), pero se están realizando importantes esfuerzos para mejorarla (5, 6). La causa de la gran variabilidad del rango de supervivencia no se conoce al completo, y los determinantes del resultado tienen que ser esclarecidos por completo. Se cree que los factores que influyen en los resultados no solo dependen de las diferentes organizaciones sanitarias a nivel nacional o de la hora de llegada de los servicios médicos de emergencia. Los factores relacionados con los «socorristas», como el tiempo que se tarda en reconocer un paro cardíaco hasta la realización de la RCP, la calidad de la RCP y la disponibilidad o consciencia de la presencia de un dispositivo DAE en espacios públicos puede jugar un papel importante (6).
De hecho, se han emprendido numerosas iniciativas a nivel nacional para concienciar a la población sobre el reconocimiento y el tratamiento del paro cardíaco extrahospitalario y facilitar la participación prehospitalaria «cadena de supervivencia». Todas estas iniciativas han probado mejorar el pronóstico de las víctimas de forma considerable (7).